No obstante, Jorge y Ángel cuentan que, pese a la normativa constitucional,
varios
conocidos han sido aprehendidos y condenados a seis y ocho años de cárcel por
portar cantidades de droga que ¬creen¬ eran mínimas. “Nos condenan como si
fuésemos unos narcos”, dice Ángel.
Mientras que una joven, a la que llamaremos Leslie, cuenta que ha pasado por
varios centros, donde incluso ha visto maltratos y violaciones, pero que no ha
podido superar su problema. Su preferida es la cocaína. A los 23 años acumula
nueve de adicta. Comenzó con marihuana. Se siente acabada. Llora al recordar
que, a cambio de droga, se acostó varios días con un hombre por el que no sentía
nada. Ni gusto.
Una sensación similar es la que ha vivido un joven de 21 años al que
llamaremos Alonso. Su historia la refiere uno de los especialistas que lo trató:
“Él sentía que ya no podía con la droga. En su desesperación por consumir
asesinó a una de sus víctimas durante un asalto. En otra ocasión fue cómplice de
un crimen. Su hija va a cumplir un año. Quiere cambiar. Estuvo 29 días obligado
en una clínica, pero huyó. Desde ahí anduvo dos años en la calle, pero volvió a
su casa. Buscaba métodos, como robar, para consumir drogas. Un gramo de heroína
lo conseguía en siete dólares. Para tener qué consumir también se dedicaba a
vender heroína”.
“Esto ya es alarmante. Ya no es una epidemia, es una pandemia. Niños de 10 y
11 años ya empiezan a consumir droga y combinaciones nuevas; y el diagnóstico de
aquí hasta los próximos cinco años es deplorable y el pronóstico igual”, comenta
Roxy Avilés de Pazmiño, directora de la clínica privada Monte Paraíso, donde la
demanda en busca de rehabilitación ha subido un 40% en cinco años. Según la ONU,
en el 2009 se hallaron 166 nuevos tipos de drogas, y al 2012 se detectaron 251
más. Hubo un incremento de más del 50%.
FUENTE: El Universo
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